Por Guillermina Escoto
guille_es66 yahoo.com.mx
Fotos Centro INAH San Luis Potosí
“dice la tradición indígena que cuando a alguien le cae un rayo y sobrevive, se hace chamán…”
Para llegar a la comunidad de Santa María Acapulco hay que pasar por pronunciados valles y subir grandes extensiones de sierra cubierta con cactáceas; la población se ubica en un sitio apartado, en uno de los extremos de la Sierra Gorda, dentro del estado de San Luis Potosí.
En la parte baja de la cañada donde está Santa María pasa un río. No hay agua potable, sólo luz, una escuela primaria y un teléfono público; como es la cabecera indígena de 22 poblaciones, concentra las telesecundarias y una preparatoria, que atienden a todas las comunidades pames de la región.
El lugar destaca en el mapa cultural por su templo, del siglo XVIII, considerado joya arquitectónica de una cadena misional franciscana, fundada en la Sierra Gorda durante la evangelización. Pero más allá de su riqueza artística, este espacio sagrado posee un alto valor para las tradiciones del pueblo xi’ói (pame), porque Santa María es la comunidad pame que más tradiciones conserva.
Un patrimonio vivo
Al iniciar el siglo XXI, la ilusión de hacer brillar a su templo hizo que los xi’ói solicitaran apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para restaurarlo, luego de que conocieron el trabajo que realizó en los conventos de la Sierra Gorda de Querétaro.
Bajo la coordinación de la restauradora Renata Schneider, en los primeros cuatro meses de trabajo, el INAH consolidó una tercera parte de la fachada. También concluyó el inventario del acervo que pertenece al templo, integrado con esculturas policromadas de los siglos XVII y XVIII, óleos, retablos, pintura mural de gran factura, un artesonado excepcional y objetos de culto: cálices, custodias, mantas y vestimentas.
Las piezas fueron fotografiadas y se elaboraron sus fichas técnicas con apoyo de miembros de la comunidad, siguiendo las formas tradicionales de nombrar a los objetos. Schneider comenta que es muy común que las etnias periféricas, es decir, las que no pertenecen a grandes asentamientos o a grupos mayoritarios indígenas (como son los nahuas, los zapotecas o los mixtecos), hablen su lengua sólo en casa o entre mujeres.
“En Santa María Acapulco todos hablan la lengua xi´ói y si eres extranjero y no la conoces, la aprendes o te mantienes al margen de sus asuntos”.
Asimismo, se elaboraron las cédulas de las piezas en español para ser incluidas en el banco de datos de la Interpol, como parte de las medidas que han implementado para prevenir robos.
Durante esta primera temporada de trabajos, el equipo de Schneider también restauró dos esculturas policromadas, llevó a cabo un primer curso de capacitación y concientización del patrimonio cultural a 20 miembros de la comunidad, preparó a ocho personas para apoyo técnico en la preservación y conservación del monumento histórico, montó una exposición sobre las labores realizadas y dio pláticas en escuelas primarias y secundarias para involucrar a la población en el cuidado de su patrimonio.
El trabajo con comunidades es delicado ―advierte la especialista― implica otra forma de hacer las cosas, por lo mismo “el INAH nunca restaura en una comunidad que no nos invita. En este caso, los pobladores de Santa María Acapulco se interesaron en nuestro apoyo porque conocen la restauración que se realizó en los conventos de la Sierra Gorda de Querétaro.
“Desde mi punto de vista, las comunidades tienen todo el derecho a participar en las decisiones de restauración de su patrimonio. Los puristas dicen que no se puede, pero es cuestión de dialogar”.
Un problema central es que el camino de la profesión de restaurador se ha abierto mucho pero los cuerpos teóricos no, y como consecuencia hay un desfase entre el arte culto y los símbolos culturales de las poblaciones indígenas; en ese sentido, hay ocasiones en que nosotros tratamos de establecer criterios que chocan con las idiosincrasias, dice Schneider. Es un tema que se empieza a reflexionar, incluso por parte de la UNESCO.
Para este tipo de trabajo, desde 1997, a través de la Subdirección de Proyectos Integrales de Conservación con Comunidades, la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural desarrolla métodos especializados y se apoya en expertos de múltiples disciplinas.
En Santa María Acapulco se trabaja conjuntamente con antropólogos e historiadores quienes advierten cuáles son los canales de comunicación de la comunidad y sus cuerpos de gobierno.
… Y sólo el demonio sobrevivió a una descarga eléctrica
Luego de un intenso ejercicio antropológico y de restauración, en el que el INAH trabajó de noviembre de 2006 a febrero de 2007; la madrugada del 1 de julio de 2007 la Sierra Gorda se iluminó con la luz violácea de una tormenta eléctrica, y justo en el techo de palma del antiguo templo cayó un rayo que lo incendió. La historia de la restauración tuvo que comenzar de nuevo.
Antes de que cayera el rayo que incendió el templo pame, incluso antes de que el INAH iniciara la restauración en noviembre de 2006, ocurrió un detalle que parece tomado de una novela de realismo mágico: “En la parte central de la fachada del templo, única en su género, se encontraba la virgen de la Asunción y las representaciones de San Francisco y San Miguel pisando al demonio; pero cayó un rayo ―otro― que destruyó ambas esculturas y sólo quedó el demonio debajo de los dos nichos vacíos”.
Con el segundo rayo el templo se incendió por completo.
Al rescate de lo sacro
Sin luz eléctrica, con piso de tierra y techo de vigas de madera y palma tejida, el templo parecía ser pobre; sin embargo, su decoración era rica no sólo por la pintura mural, los tres retablos con corladuras de plata y su artesonado, sino también por su coro de madera, más su baptisterio y su pila bautismal, elaborados con materiales de la región.
La restauración se está llevando a cabo con materiales tradicionales ―advierte Renata Schneider―, para lo cual desarrollamos una investigación de los componentes que se utilizan en la sierra.
Los trabajos para devolver el valor del inmueble son encabezados por el INAH, que ha aportado recursos y personal especializado para su atención, bajo la coordinación de Schneider y Begoña Garay, arquitecta del Centro INAH-San Luis Potosí.
Las labores se han realizado de manera conjunta con la comunidad de Santa María y su gobierno tradicional, así como con el municipio de Santa Catarina, el gobierno estatal y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
En lo que se refiere a la arquitectura de la edificación religiosa, Schneider informó que se consolidó la parte estructural; se restituyeron ventanas y puertas con madera de mezquite, se colocaron los pisos, se repusieron los altares y el techo con su sobrecubierta de palma.
En la pintura mural que decora interiores y fachada, se llevaron a cabo trabajos de restauración, logrando rescatar la mayor parte de las paredes interiores, quedando pendientes las dos pilastras de la fachada, que se concluirán este año.
La fachada también fue intervenida en estructura, y ahora está en proceso su decoración, con un avance del 90 por ciento. Así mismo, se colocó un pararrayos para prevenir siniestros.
Con las acciones anteriores, el pasado mes de diciembre el templo fue entregado a la comunidad luego de permanecer cerrado desde la caída del rayo, la apertura se engalanó con la entrega del retablo lateral dedicado a la Virgen de Guadalupe, reproducido por Cuauhtémoc Soto, uno de los retablistas más importantes de México.
También, se hizo entrega de 10 esculturas del siglo XVIII, elaboradas en madera policromada, entre las que destaca el grupo de tallas de Semana Santa. De igual forma, se intervino parte del mobiliario y del acervo documental, dentro del que destacan un conjunto de ocho libros, integrado por misales del siglo XVII y documentos parroquiales del XVIII.
Schneider explicó que el INAH ha atendido todos los aspectos antes mencionados, bajo tres líneas de acción: las áreas del edificio que se podían recuperar luego de la acción del fuego, como la pintura mural, que ha significado una labor de mucho detalle y cuidado, y a la que se le tuvo que invertir más tiempo.
Otra relativa a los bienes muebles que la comunidad salvó del incendio, entre los que se encuentran documentos gráficos, esculturas, mobiliario, objetos litúrgicos y vestimentas religiosas. Y la tercera orientada a hacer las reproducciones de los elementos que se perdieron totalmente.
La restauradora del INAH comentó que la decisión de reproducir los bienes que se deterioraron por completo se tomó de manera colegiada, a través de la consulta de un consejo de especialistas, que indicó las normas que se debían seguir para reponer cada elemento perdido.
Reiteró que tanto los componentes que se han restaurado como los restituidos y los reproducidos, se han trabajado con materiales tradicionales. La pintura mural se restauró con el uso de arcillas de la región y consolidantes naturales. En tanto que las esculturas se trabajaron siguiendo las técnicas que implican la madera estofada y policromada.
Joya mística y arquitectónica
“El templo aún es una joya no sólo arquitectónica, sino también porque conserva tradiciones importantes del pueblo pame y hay que conservar esa mística”, destacó la especialista y luego explicó: “Desde la secularización de fines del siglo XVIII y durante la primera mitad del XIX, los poblados muy alejados perdieron a sus párrocos y muchas comunidades indígenas tomaron las riendas de sus santuarios. Este es el caso del templo pame.
“El pueblo es quien organiza las celebraciones y su uso es peculiar. El gobernador tradicional dirige las ceremonias, el domingo va la gente a hacer sus peticiones y enciende veladoras pero no hay misa. Los oficios se celebran cada tres meses, cuando llega el sacerdote.”
El resto de los días el pueblo acude al espacio religioso con ofrendas que deja en algunos huecos de los muros y si se enferma alguien va al templo para ser curado; ahí también se reúnen las autoridades tradicionales para tratar asuntos de la comunidad.
Para los pames de San Luis Potosí este templo es un espacio importante; el haber quedado sin él durante meses estaba poniendo en peligro su patrimonio intangible, advierte la restauradora.
Durante 2010 continuarán las labores para finalizar la restauración de la pintura mural y se intervendrán todos los objetos faltantes. En la parte arquitectónica serán repuestos el coro y el artesonado, y en lo que se refiere a las reproducciones de los bienes muebles, continuará con el retablo principal y el de los Dolores.
El proyecto de restauración se espera terminar en su totalidad en 2012. Paralelamente se continúa trabajando en el plan de manejo que permitirá la conservación posterior del templo, así como el desarrollo de talleres con la comunidad para brindarle información sobre cómo cuidar su patrimonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario